En Doodle nos interesa todo lo que pueda aumentar nuestra productividad: al fin y al cabo, trabajar mejor y de forma más inteligente es nuestro objetivo final. Cuando oímos hablar de la microprogramación, nos quedamos con ganas de saber más. ¿En qué consiste y, lo que es más importante, deberías probarlo?
¿Qué es una microprogramación?
La microprogramación es la última tendencia de productividad que está causando furor en Internet, aunque no sin levantar algunas cejas. Básicamente, la microprogramación consiste en dividir la agenda en pequeños intervalos de tiempo -de tan sólo 90 segundos- y asignar una tarea a cada uno. Los microprogramadores confían en esta técnica, pero algunos gurús de la productividad dicen que es demasiado extrema para producir resultados duraderos.
¿Qué aspecto tiene un microprograma típico? Piensa en una lista de tareas convencional, con un puñado de tareas escritas en formato de viñetas. El microprograma es prácticamente lo contrario. Para empezar, el día se divide en pequeñas franjas horarias, a cada una de las cuales se asigna una tarea. Normalmente, estas franjas duran entre 5 y 15 minutos, aunque las tareas más cortas (como ir al baño) pueden reducirse a un minuto y medio. Con un microprograma, se tiene en cuenta cada minuto de la jornada laboral.
¿Por qué debes microprogramar?
Seguir un microprograma tiene una clara ventaja: dividir el día en pequeñas franjas horarias te obliga a dividir las grandes tareas en otras más pequeñas y manejables. Así, mientras que la lista tradicional de tareas pendientes puede tener sólo una o dos tareas grandes -por ejemplo, "Redactar un informe"-, el microprograma toma esa tarea y la desglosa: "Esbozar el informe", "Recopilar cifras presupuestarias para el informe", "Redactar la introducción del informe". La investigacióndemuestra que las tareas grandes pueden intimidarnos; "trocear" las tareas grandes en pasos pequeños y alcanzables es una estrategia probada y eficaz para llevarlas a cabo.
Además, establecer un microprograma te anima a analizar tu día con atención y a planificarlo con intención. Cuando se habla de cada minuto, es más fácil evitar la pérdida de tiempo y las distracciones. Todos salimos ganando.
¿Por qué no debes microprogramar?
Una microagenda estricta puede ser muy intensa: ¡esta táctica no es para todo el mundo! En primer lugar, no deja margen para el error o la espontaneidad. Si alguien llega cinco minutos tarde a la reunión prevista, el resto de la agenda se va al traste. Del mismo modo, si te estás metiendo de lleno en una de las tareas programadas, puede ser contraproducente cambiar de marcha.
Otro inconveniente: a menos que lo programes específicamente, no hay espacio para el tiempo de inactividad en un microprograma. Y aunque el tiempo de inactividad no produzca resultados concretos de inmediato, se ha demostrado que es importante para alimentar la creatividad y generar ideas.
¿Cuál es el veredicto?
La microprogramación no es una solución de productividad única. Pero la estrategia en la que se basa -contabilizar el tiempo de forma consciente y dividir las grandes tareas en tareas pendientes manejables- es sólida. Si te sientes abrumado por una tarea aparentemente imposible, o si crees que nunca tienes mucho que mostrar al final de tu jornada laboral, ¿por qué no pruebas la microprogramación? Quizá te lleves una grata sorpresa.