¿Alguna vez has sentido que tu día ha sido secuestrado por los calendarios de otras personas? Te sientas con un café cargado, listo para aplastar tu lista de tareas pendientes, y antes de que te des cuenta, estás metido hasta el cuello en reuniones sorpresa, simulacros de incendio que no son tuyos, y charlas rápidas que de alguna manera duran más que una película de Marvel. Si esto te suena familiar, no te preocupes. El problema no eres tú. Son tus límites.
Hablemos de por qué poner límites, con amabilidad pero con firmeza, es una de las mejores cosas que puedes hacer por tu energía, tu trabajo y tu felicidad en general.
Los límites deficientes son el gemelo malvado de la productividad
Cuando dices que sí a todo, tu calendario empieza a parecer una partida de Tetris. No hay espacio para respirar, y mucho menos para pensar. Reaccionas constantemente en lugar de hacer tu trabajo. ¿Y el estrés? Se acumula rápidamente, incluso más si tienes que hacer malabarismos con los clientes, dirigir un equipo o intentar construir algo desde cero.
En los servicios profesionales, la tecnología, el trabajo sin ánimo de lucro, etc., la falta de límites puede provocar agotamiento, dispersión y demasiada cafeína.
La gestión del tiempo no consiste en hacer más
Establecer límites no significa que estés holgazaneando. Sólo significa que quieres hacer las cosas sin perder la cabeza. Proteger el tiempo para el trabajo en profundidad (o, sinceramente, para almorzar sin comer encima del teclado) no es egoísta. Es inteligente.
No tienes que ir en mil direcciones. No saltas de una tarea a otra como si tu cerebro estuviera en un concurso de talentos. Por fin tienes espacio para pensar, concentrarte y terminar algo. Y de repente, ¿tu calendario? Deja de gritarte.
Los beneficios son muy reales (y merecen mucho la pena)
Cuando empiezas a poner límites a tu trabajo, ocurren cosas mágicas. Tienes más energía. Estás menos estresado. Dejas de sentirte como una bola de pinball. Y tal vez, sólo tal vez, puedas desconectarte a tiempo sin sentirte culpable.
Además, la gente a tu alrededor empieza a captar el mensaje. Enseñas a tus clientes y compañeros a trabajar contigo, y probablemente te sorprenda lo mucho que lo respetan. (Raro, ¿verdad?)
¿Cómo empezar?
No hace falta que anuncies tus nuevos límites con un megáfono. Empiece poco a poco. Reserva tiempo en tu agenda para concentrarte en el trabajo. Di no a las reuniones que no te necesiten. Informa a todo el mundo de cuándo estás disponible y cuándo no. Y aquí es donde entra Doodle.
Con una página de reservas o 1:1s, la gente sólo puede reservar tiempo cuando estás libre. Sin idas y venidas. Sin reservas dobles. Sólo una programación clara y limpia que te permite controlar tu tiempo. Es como si de repente tu calendario tuviera una columna vertebral.
Así que, si estás listo para recuperar tu tiempo, tu concentración e incluso tus fines de semana, adelante, Doodle it.