¿Se acabó el sueño del trabajo a distancia?

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Actualizado: 21 jun 2023

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Una de las consecuencias de la pandemia de COVID fue que una proporción mayor que nunca de personas empezó a trabajar desde casa. Al principio, fue por necesidad, sin embargo, el deseo de quienes podían trabajar a distancia se convirtió en una característica clave de cómo querían trabajar. En un artículo de la CNBC, el 76% de los trabajadores afirmaba que se plantearía dejar su trabajo si su empresa no flexibilizaba permanentemente sus funciones en cuanto a horario y/o ubicación.

Podría decirse que el deseo de trabajar a distancia ya se estaba gestando y que la pandemia no hizo más que acelerar ese proceso. Una encuesta realizada por la empresa de sondeos McKinsey reveló que el 40% de los encuestados consideraba que la transición al trabajo a distancia en su lugar de trabajo había sido más rápida de lo que creían posible antes de la COVID-19.

Sin embargo, ¿está cambiando todo esto? ¿Se han cansado los empleados de los ejecutivos que exigen al menos una vuelta parcial a la vida de oficina? ¿O el aumento de los precios de la energía está haciendo que la gente se cuestione si merece la pena trabajar desde casa? Averigüémoslo.

**El deseo de trabajar desde casa

En los últimos 20 años, los avances tecnológicos han facilitado más que nunca el trabajo a distancia. Videoconferencias, software basado en la nube, la lista continúa. Sin embargo, los índices de trabajo desde casa apenas se han movido. Antes del comienzo de esta década, alrededor del 17% de los trabajadores estadounidenses pasaban cinco días o más trabajando desde casa. Esa tasa saltó a casi la mitad después de COVID.

La necesidad de trabajar a distancia generó el deseo de hacerlo. Varias encuestas realizadas en los últimos años han puesto de manifiesto que la flexibilidad, en concreto la ubicación del lugar de trabajo, se ha convertido en una parte vital de lo que la gente busca en un empleo.

Es comprensible. Trabajar desde casa ahorra dinero, tiempo, elimina desplazamientos y ayuda a las personas a tener un mejor equilibrio entre trabajo y vida privada.

En este sentido, el sueño del trabajo a distancia sigue vivo y cada vez más empresas lo adoptan. En 2021, el gigante del streaming musical, Spotify, anunció que sus empleados podrían trabajar desde cualquier lugar del mundo. En agosto de 2022, la empresa reveló que sus tasas de rotación de personal se habían reducido hasta en un 15% gracias a esta política.

No sólo Spotify ha sido testigo de una mayor retención del personal. Durante la llamada Gran Dimisión, las empresas que ofrecían trabajo a distancia tenían más probabilidades de retener al personal que las que no lo hacían.

Entonces, ¿qué ha cambiado?

Todo se reduce a dos cosas: ¿siguen queriendo los empleados trabajar a distancia y siguen queriendo permitirlo los directivos de las empresas?

A la primera parte, la respuesta sigue siendo ampliamente afirmativa. Sin embargo, con el aumento de las facturas energéticas, algunos se preguntan si la flexibilidad merece la pena.

Una encuesta del MoneySupermarket británico reveló que el 14% de los trabajadores británicos que trabajan a distancia se plantean volver a la oficina cuando bajen las temperaturas. No es de extrañar si se tiene en cuenta que la factura media anual de un cliente británico que utilice dos combustibles alcanzará las 2.500 libras en enero de 2023 (un aumento del 141% respecto al año anterior).

El mayor problema para los trabajadores remotos es la desconexión entre los deseos de los empleados y las decisiones de los ejecutivos.

Numerosos artículos publicados el año pasado describen a los directivos como partidarios de la vieja escuela: si no estás en la oficina, no estás trabajando. A menudo se disfrazan de retórica sobre valores y cultura. Un ejemplo es el jefe de JP Morgen, Jamie Dimon, que dijo que el trabajo a distancia no genera "ideas espontáneas" y erosiona la equidad.

Investigaciónde Microsoft descubrió que aunque el 90 por ciento de las personas decían sentirse productivas trabajando desde casa, el 85 por ciento de los jefes consideraban que era difícil confiar en que su personal fuera realmente tan productivo como podría serlo en la oficina.

¿Se acabó?

No, pero la respuesta no es tan fácil. El futuro del trabajo a distancia dependerá en gran medida de dos factores: la rapidez con que cambien las actitudes de los ejecutivos y la importancia que los empleados le den como condición laboral.

Mientras que el SaaS y los nuevos modelos de negocio son más propensos a adoptarlo fácilmente, sin restricciones que fuercen su implantación, es probable que las organizaciones de mentalidad más tradicional den largas al asunto.

Si el deseo de los empleados sigue creciendo, la presión del mercado para retener a los mejores empleados acabará imponiéndose. Sin embargo, si factores como los precios de la energía siguen influyendo, el anhelo de flexibilidad puede perder terreno frente al coste de mantenerla.

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