Antes de pensar en lo que va a cobrar, tiene que saber lo que le cuesta realmente cada cita. Eso incluye tu tiempo, por supuesto, pero también las cosas menos obvias: herramientas, software, internet, trabajo de preparación, administración e incluso las ausencias ocasionales.
¿Pasa 15 minutos preparándose antes de cada sesión? ¿Pagas por una herramienta de programación, una plataforma de alojamiento o materiales? Esos costes se acumulan.
Piénsalo así: si una sesión de 30 minutos te lleva una hora de esfuerzo real, tus precios deben reflejarlo. De lo contrario, estarás perdiendo dinero sin darte cuenta.
Mira lo que cobran los demás
No tienes por qué igualar a tus competidores, pero te ayudará saber cuál es tu posición en el mercado. Eche un vistazo a lo que cobran los demás en su nicho o sector. ¿Ofrece usted un apoyo más práctico? ¿Tiene más experiencia o cualificaciones? Eso podría justificar un precio más alto.
Pero sea sincero. Si acabas de empezar, un precio ligeramente más bajo podría ayudarte a conseguir algo de tracción. Si está bien establecido y cuenta con una base de clientes fieles, puede que sus clientes estén dispuestos a pagar más porque confían en el valor que usted aporta.
La fijación de precios nunca tiene que ver sólo con lo que cobran los demás. Se trata de cómo se compara tu servicio y a qué tipo de cliente te diriges.
Decide un modelo de precios que funcione
No hay una forma correcta de fijar el precio de tu tiempo. Puedes cobrar por hora, por sesión, ofrecer paquetes o incluso planes de suscripción para clientes habituales.
Las tarifas por hora son sencillas y flexibles, pero pueden resultar imprecisas para los clientes. Las tarifas planas son más fáciles de entender. Los paquetes o paquetes de sesiones pueden fidelizar y reducir las cancelaciones.
Lo más importante es que la estructura de precios sea justa, clara y fácil de explicar. Los clientes confusos suelen dejar de serlo.
Hay que tener en cuenta los cambios estacionales
No todas las semanas del año son iguales. Algunos periodos son más lentos, otros están más llenos. Piense en ofrecer tarifas promocionales en las temporadas más flojas o en subir ligeramente los precios en los periodos de mayor actividad.
Por ejemplo, si se dedica a la enseñanza, puede que el verano le resulte más tranquilo y el otoño más intenso. Si te dedicas a las finanzas, la temporada de impuestos puede ser tu temporada alta.
Incluso puede aplicar precios por tiempo limitado en fechas como el Black Friday o la vuelta al cole. Estos momentos dan a la gente una razón para reservar ahora en lugar de más tarde.
Ofrezca recompensas a los clientes habituales
Los clientes habituales son oro. Trátelos así. Ofrecerles una tarifa especial o una bonificación ocasional puede marcar una gran diferencia. Puede ser una tarifa más baja para las citas recurrentes, un paquete de descuentos o incluso algo tan sencillo como una sesión gratis por cada cinco sesiones pagadas.
No se trata de infravalorar su tiempo. Se trata de mostrar aprecio y crear relaciones a largo plazo que mantengan tu agenda llena.
Utiliza los descuentos cuando tengan sentido
Los descuentos no son sólo una forma de ser generoso. Son una herramienta. Quizá ofrezcas tarifas reducidas a estudiantes, organizaciones sin ánimo de lucro o clientes nuevos. Puede que un cliente de toda la vida recomiende a alguien nuevo y les ofrezcas un descuento a ambos.
Pero asegúrate de que cubres tus costes. Si los descuentos son demasiado grandes o demasiado frecuentes, dejan de ser especiales y empiezan a afectar a los ingresos.
Y sea intencionado. Un descuento claro, limitado y con un propósito es mucho más efectivo que uno vago o indefinido.
Ajústelo en función de quién y dónde
La ubicación sigue siendo importante, incluso en un mundo remoto. Una persona que reserva desde una ciudad de alto coste puede esperar tarifas diferentes a las de alguien de un pueblo pequeño. Los fundadores de empresas tecnológicas pueden tener expectativas distintas a las de los responsables de organizaciones sin ánimo de lucro.
Está bien tener niveles de precios flexibles, sobre todo si trabajas en distintos sectores o zonas geográficas. Sólo tienes que ser transparente sobre cómo funciona para que los clientes no sientan que los precios son arbitrarios.
Esto también puede aplicarse al tipo de trabajo que realizas. Una sesión de coaching para el fundador de una startup puede tener un precio diferente al de una sesión para un estudiante. Ambas son valiosas, pero el contexto importa.
Revisa tus precios con regularidad
Tus precios no deben permanecer congelados para siempre. A medida que tus habilidades crecen, tu reputación se consolida y la inflación aumenta, tus tarifas deberían reflejarlo.
Fija una revisión periódica -tal vez cada seis meses- para analizar tus precios y preguntarte: ¿me sigue funcionando? ¿La gente reserva con facilidad o se echa atrás? ¿Está más ocupado que nunca o le cuesta llenar su agenda?
No tenga miedo de subir sus tarifas, especialmente si ha añadido valor o herramientas nuevas a su servicio. Comunícalo con claridad, avisa con tiempo y mantén la calidad de tu trabajo.
Con Doodle es fácil cobrar lo que vales
Cuando se trata de citas remuneradas, quieres que la parte del dinero sea sencilla. Con Doodle, puedes conectar tu calendario, fijar tu precio y cobrar por adelantado a través de Stripe, tanto si reservas sesiones individuales como si dejas que los clientes elijan una hora en tu página de reservas.
No más pagos de persecución. No más seguimientos incómodos. Sólo una manera fácil de ganar lo que vale tu tiempo.